visualizarlo hasta el final. Si Dios te ha dado un cuadro de lo que podría y debería ser, acógelo completamente y resístete a permitir que las ocupaciones y la urgencia de la vida te distraigan. Ya sea en los negocios, la educación o el esfuerzo espiritual, haz lo que sea necesario para que tu visión se contagie.
Hacer que nuestra visión pegue, requiere de un liderazgo audaz. Requerirá que desarrollemos una saludable intolerancia por aquellas cosas que tienen el potencial de impedir nuestro progreso. Todos los líderes que he conocido tienen imágenes mentales de lo que podrían y deberían ser sus organizaciones, pero no todos los líderes están dispuestos a pagar el precio para convertir sus ideas en realidad.
Se requiere más que imaginación y pasión para lograr que lo que podría y debería ser, realmente sea. Ver como una visión se convierte en realidad requiere más que una explosión de energía o creatividad. Precisa atención diaria, compromiso diario.