Sus escritos, junto con los de santa Teresa de Ávila, se convirtieron en la pieza fundamental para difundir la reforma carmelita.
No obstante, su figura va más allá de ser el motor fundacional de la Orden de los Carmelitas Descalzos. San Juan de la Cruz es el ejemplo que demuestra que es posible unir el alma con Dios. En su calidad de místico describió lo indecible mediante versos, según él la única forma de representar aquello que supera cualquier comprensión racional humana.