Nuestros sentimientos son como una brújula interna que nos guía. Algunos los notamos en el vientre y otros —se llevó las manos al pecho—, en el corazón. Lo ideal es que esa brújula dirija todas nuestras acciones, pero muchas personas ignoran su existencia porque creen que a los sentimientos no se les ha perdido nada en las decisiones importantes, es más, consideran incluso que son perjudiciales.