—Algún día, cuando ese futuro llegue —y sonrió, pícaro—, los hombres experimentarán por sí mismos la fantástica y feliz experiencia de la búsqueda del Padre Azul. Y lo harán sin la necesidad de templos, de normas, de libros sagrados, de sacerdotes o de amenazas y castigos. Ésa es la verdadera religión: la del espíritu, la de la entrega, la del amor sin condiciones…