La meta principal del libro no es enseñarnos a cómo ser felices, sino cómo ser santos. Este principio está en armonía con las enseñanzas de Santiago que nos muestra una salvación que nos libera del poder del pecado a través de la fe que obra.
El mismo Señor Jesucristo utilizó este libro en sus enseñanzas, también el Apóstol Pablo en varias de sus Epístolas, así como Pedro y Santiago. El propósito principal de este libro es compartir la sabiduría que proviene del Señor, que en el concepto del Antiguo Testamento consiste en mostrar a Dios a través de la conducta del creyente.
En términos del Nuevo Testamento, la sabiduría es la Piedad y el hombre sabio es la persona llena del Espíritu Santo. En contraste con el concepto de los filósofos griegos, quienes consideraban que el sólo conocimiento intelectual era virtud, la sabiduría bíblica por el contrario, tiene que ver con la voluntad de poner por obra lo que hemos aprendido con el conocimiento y el entendimiento de la Revelación, buscando el momento idóneo para aplicarlo en nuestra vida cotidiana.
Jesús dijo: «La reina del Sur se levantará en el juicio con esta generación y la condenará, porque ella vino desde los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y en este lugar hay alguien que es más grande que Salomón.» (Mateo 12:42)