La producción de embriones humanos y su destrucción en la investigación biomédica se realizará en laboratorios públicos y su trabajo estará financiado con fondos estatales. Nadie pondría objeciones al uso de células madre embrionarias si se pudiesen obtener sin matar o dañar embriones, o si procediesen de embriones perdidos en abortos espontáneos. Pero ¿es ético destruir deliberadamente embriones humanos en beneficio de los que ya han nacido?
Este libro, de gran impacto en los Estados Unidos, aborda con rigor y claridad este crucial debate.