Ficcionario americano

Las mujeres se mueven con una elegancia de ballena, manosean despacio y con calma las cosas, hacen las compras mirando cada detalle.

Tengo que llamar, dice Ellen, de lo contrario temo que la gente desaparezca. A veces me asusta la posibilidad de que ya no exista ni yo misma.

sonrío con la sonrisa de un convaleciente y observo maravillada a los neoyorkinos que corren, caminan, patinan, sacan de paseo a sus niños, a sus perros, a sus cuerpos, a sus personalidades.

No soy yo una suerte de inválida que desde la silla de ruedas fisgonea en la realidad circundante con la mirada de un observador limitado y, por lo tanto, superficial?

América está redactando una gran autobiografía colectiva. Y cuando todos se ponen a escribir, el resultado es una época de sordera generalizada y de incomprensión, como decía Milan Kundera.

Las librerías están llenas de historias personales que cuentan cómo violaron al autor/a, cómo sobrevivió al incesto, a una enfermedad incurable, cómo superó la depresión

produce otra cosa que no sea el género de la autobiografía colectiva.

idea y la ideología del individualismo (frente al colectivismo totalitario) supone la responsabilidad del hombre ante la vida personal, la felicidad y la desdicha. La idea de la responsabilidad ante la vida personal entraña además la idea de trabajar en su vida personal, y el trabajador no es más que la persona, la personality. Más aún, una strong personality, que de la confusa basura de la vida fabricará una armónica obra de arte.

rumanos a los búlgaros—, como si todos juntos quisieran sacar el enorme e interesante nabo poscomunista.

estereotipo fijado de antemano, con cuánta complacencia parlotean sobre censura (a pesar de no haberla experimentado en su propia piel), cómo charlan sobre poscomunismo, sobre la vida cotidiana de su triste Europa del Este, cómo hablan sobre democracia en la transición, cómo proponen medidas para salir de la crisis (desde el nacionalismo hasta la agricultura), lo dispuestos que están a aceptar las etiquetas identificativas, cómo las llevan cual insignias, cómo se aferran unos a otros como en el cuento de El nabo gigante —los rusos a los húngaros, los húngaros a los checos, los checos a los polacos, los polacos a los rumanos, los