Napátrida

Los invitados no hacen esas preguntas: no es de buena educación

palabras: «Que hemos comido de Él». Él era el vivandero universal

No lo dice: lo hace, apaga el fuego, levanta la cacerola, escurre los espaguetis y los mezcla en el cuenco con los condimentos. Se sienta, enrolla la pasta en el tenedor y mastica el bocado. Está un poco dura, al dente, pero es lo mejor del día, la hora en la que salda las deudas con su cuerpo

Qué más da, es la melancolía; no opone resistencia a la mano que por sí sola sube a los ojos, deja que se los frote.

Había desaparecido, luego volvieron a ponerla en el mercado. Es bonito cuando vuelven los paquetes de la niñez.

vino corrige la geometría

triunfo breve subsiste perfecto en la memoria; no las docenas de títulos de liga, sino el par. Hoy Maradona vuelve a estar flacucho. Se ha desengrasado de las intoxicaciones de la mediana edad. Hoy es un hombre de la nueva América del Sur, avanzadilla de democracias frescas, liberadas de las dictaduras sometidas al dólar. En su talla recuperada está la redención y la imagen de un continente resucitado

Nápoles, ciudad anarquista, recibió a Maradona como un regalo de América del Sur, cual contrapartida de los millones de emigrantes que zarparon desde el muelle de Beverello hacia el Río de la Plata. Nápoles obtuvo los quilates preciosos de sus pies a modo de reembolso

Los reyes son propios de las ciudades monárquicas, Roma, Turín

El fútbol es un juego que nunca cansa: uno sube a casa por la noche con las ganas intactas de volver a empezar de inmedia