La montaña eres tú

Un día, la montaña que estaba frente a ti quedará tan atrás que apenas se podrá ver en la distancia. Pero ¿en quién te convertiste al aprender a escalarla? Esa persona se quedará contigo para siempre.

Ese es el pico de la montaña

Para convertirte en dueño de ti mismo, primero debes asumir la responsabilidad absoluta de tu vida. Esto incluye, además, aquello que escapa a tu control. Un verdadero maestro sabe que no es lo que pasa, sino la forma en que uno responde, lo que determina el resultado.

Si de verdad quieres disfrutar la vida, tienes que dedicar tiempo a hacer todo lo que te gustaba cuando eras joven. Pintar, revolcarte en la arena, jugar y ser creativo porque sí

La felicidad consiste en negarte a saturarte la agenda hasta los topes con el fin de exprimir al máximo cada segundo de tu vida. También consiste en dedicarle tiempo a acoger lo trivial de los momentos cotidianos. Es ponerte cómodo y leer un libro, conversar durante la comida con alguien que quieres o, simplemente, disfrutar de las pequeñas cosas de cada día. Reservarte este tiempo no ocurrirá de la nada: tienes que planificarlo.

Se dice que el lobo que gana es al que alimentas, y, cuando se trata de tu calidad de vida, necesitas ser extremadamente cuidadoso con lo que te permites pensar. Pronto se convertirá en lo que sientes; luego, en lo que crees; y, después, en tu conducta y, por supuesto, tu forma de vida.

La verdadera naturaleza de la vida es el movimiento y la evolución constantes. Si no vas a su mismo paso, la vida te forzará a cambiar conforme se vaya volviendo menos cómodo quedarte donde estás. No puedes evadir todo el dolor, pero puedes evitar gran parte del sufrimiento centrándote en tu crecimiento personal.

Tu dolor te enseña lo que no te sienta bien y lo que deberías dejar de hacer. Tu alegría te enseña lo que está en armonía contigo. Todo puede ser tu maestro, y, mientras más permitas que tus experiencias vitales te modifiquen y te cambien, mejor serás tú

nos volvemos poco a poco más parecidos a las personas con las que pasamos tiempo, y nuestra felicidad no se relaciona de manera directa con la cantidad de relaciones que tenemos, sino con la calidad de cada una de ellas

la calidad de tus relaciones determina la calidad de tus experiencias vitales

Consiste en ser agradecido no solo por las cosas grandiosas que nos pasan, sino también por las pequeñas satisfacciones que podemos encontrar día a día.