En la sala de costura del palacio de Hever, una niña de siete años, hermosa y vivaz, anuncia a su gobernanta que la llevarán a la corte de Francia. Nada hace sospechar de las vicisitudes que borrarán la frescura y las ilusiones de su infancia y adolescencia, para reemplazarlas por una descarnada ambición y una implacable lucha por el poder. La que brillara en las cortes de Francia e Inglaterra, rodeada de música, ingenio y poesía, se convertirá en un ser poderoso, con influencia en las decisiones y en la complicada conciencia del rey. Hija de un modesto caballero de la corte, Ana Bolena provoca un transcendental acontecimiento histórico: la separación de la Iglesia de Inglaterra de la Iglesia de Roma, para que Enrique VIII pudiese divorciarse de Catalina de Aragón, desposar a Ana y llevarla al trono de Inglaterra. Entre tanto los “traidores” al rey sufren torturas y muertes humillantes, Ana espera poder dar a Enrique el ansiado hijo varón que lo sucederá en el trono. Es el momento cumbre de su vida. Se puede decir que lo ha logrado todo. O mucho más que todo, mucho más que cualquier cosa que se hubiera propuesto. Se puede considerar la más feliz de las mujeres.