Sólo eso definía tradicionalmente la excelencia del arte practicado. Así se distinguían las artes liberales de las artes mecánicas o industriales. Estas últimas producían objetos que satisfacían las necesidades humanas. Las artes liberales proporcionaban placer a aquellos cuya esfera de existencia se extendía más allá del mero círculo de las necesidades. Para convertirse en un arte liberal, al arte de los jardines no le bastaba simplemente con aportar más ciencia a sus logros. Tenía que separar sus fines de los dos tipos de necesidades que normalmente satisface el cultivo de las plantas: el uso médico y el uso alimentario. Se distanció fácilmente de la tradicional colección de plantas para uso medicinal y del huerto, destinado a la cocina. Por otra parte, mantuvo durante mucho tiempo sus vínculos con el vergel, donde lo útil guardaba estrecha relación con lo agradable. Estudios recientes han recordado que los famosos jardines de la Villa Lante en Bagnaia, arquetipos del jardín renacentista italiano, dieron lugar a una intensa producción de fruto