«El libro de Oliva Funes está escrito al «correr de la pluma». Hay un relato más o menos cronológico, pero que se permite desvíos y no se atiene a un orden secuencial estricto. Van surgiendo sucesivamente los hechos, las impresiones y las memorias.
Siempre este tipo de expresión literaria tiene destinatarios. En general, el primero es la familia, a quien se quiere dejar constancia de hechos vividos en el pasado, que la dinámica y el trajín de la vida diaria muchas veces no han dado tiempo a transmitirlos y ponerlos en valor.
Un segundo círculo es el de las personas con las cuales se ha trabajado, convivido, tenido experiencias comunes y, por lo general, también amistad. Son personas por las cuales se tiene un reconocimiento y la escritura de las «memorias» es una oportunidad para dejar constancia de ello.
Está también el círculo de lo que puede denominarse los lectores comunes. Sus intereses pueden ser varios y diversos: el que ha oído hablar del autor sin conocerlo, el que está interesado en una experiencia de su ámbito específico de actividad o labor, o el que simplemente siente curiosidad por alguien que puede haber tenido experiencias semejantes. Todo este «marco teórico» en mi opinión se aplica a este libro de Carlos Oliva Funes.
Por último, el cuarto círculo son los coprotagonistas que han participado de los hechos que se relatan y que probablemente tengan visiones no del todo coincidentes con las del autor.
Pero también está el «clima de época». En este caso, se trata del medio siglo que transcurre entre los años sesenta del siglo pasado y la segunda década del presente, y eso define un momento preciso que puede tener interés para quienes quieran conocer aspectos de un proceso político cambiante y conflictivo, como el que se vivió en esos años en la Argentina» (Rosendo Fraga).