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Alexander Watson

El anillo de acero

  • Miguel Ángel Vidaurrehas quoted2 days ago
    En el centro de la crisis se hallaba la más débil y peor armada de las grandes potencias de Europa, Austria-Hungría. Bajo la guía decisiva de Berchtold y de los jóvenes halcones del ministro de Exteriores, sus líderes temían a la subversión interna y estaban convencidos de las intenciones hostiles de sus vecinos. Marginados del orden internacional, abrumados por un sentimiento de aguda amenaza y convencidos de que la guerra era la única solución, eran hombres sumamente peligrosos. Alek Hoyos, el chef de cabinet que figuró en el corazón de las decisiones adoptadas, expresó esta actitud con toda claridad al comentar a un conocido, a mediados de julio, que «la guerra ya casi está decidida –y añadió–, si deriva en una conflagración mundial, nos es indiferente».151
  • Miguel Ángel Vidaurrehas quoted2 months ago
    Por tanto, las fuerzas armadas germanas, que tan a menudo se presentan como las instigadoras de la Primera Guerra Mundial, estaban reaccionando, no liderando, la escalada bélica de los últimos días de julio de 1914. En particular Helmuth Moltke, jefe del Estado Mayor General y responsable del ejército de operaciones del Reich, se mostró mucho más nervioso y contenido que sus colegas civiles germanos o que su homólogo zarista.
  • Miguel Ángel Vidaurrehas quoted2 months ago
    Los galos, con su intento en 1905 de hacerse con el control de Marruecos, no solo contravinieron el acuerdo de 1881 de someter al país a consenso multilateral; también intentaron, de forma provocadora, tratar de excluir y relegar los intereses germanos. Aunque los alemanes lograron, mediante presión diplomática, forzar la dimisión del ministro francés de Exteriores, se excedieron al rechazar una oferta razonable de negociaciones bilaterales y exigir una conferencia multinacional. Pretendían socavar la nueva Entente Cordiale formada el año anterior entre Gran Bretaña y Francia
  • Miguel Ángel Vidaurrehas quoted2 months ago
    En nuevas industrias, tales como productos químicos, óptica y electricidad, era líder mundial. Este logro se basó, en parte, en unos centros sin parangón de investigación universitaria y en escuelas técnicas pioneras especializadas en ingeniería y en ciencia aplicada. El banquero Max Warburg tenía razón cuando le comentó en junio de 1914 al káiser que Alemania, en lugar de plantearse una guerra, haría bien en esperar: «Somos más fuertes cada año que pasa».77
  • Miguel Ángel Vidaurrehas quoted2 months ago
    El ministro de la Guerra, Erich von Falkenhayn era una personalidad muy diferente: un militar profesional, frío y seguro de sí mismo, un cínico hacia las consideraciones humanitarias y un darwinista social que creía en la necesidad nacional de la guerra.
  • Miguel Ángel Vidaurrehas quoted2 months ago
    De la noche a la mañana, en el sentido literal de la palabra, el Estado serbio pasó de ser un satélite habsburgo a un agresivo adversario impulsado por la ideología panserbia que aspiraba al control de Bosnia-Herzegovina.
  • Miguel Ángel Vidaurrehas quoted2 months ago
    Una reforma, no una revolución, era lo que deseaba con urgencia la gran masa de súbditos habsburgo. Antes de 1914, pocos podían imaginar una existencia nacional que no incluyera de algún modo a la dinastía.
  • Miguel Ángel Vidaurrehas quoted2 months ago
    Los estudiantes eran el segmento más radical de la población. Los círculos de la «Joven Bosnia», panserbios, progresistas, literarios y románticos, era un hervidero de conspiraciones violentas. De ellos salió Gavrilo Princip, el terrorista de 19 años que mató al heredero de los Habsburgo el 28 de junio de 1914, si bien le había precedido Bogdan Žerajić, aspirante a asesino, que, en 1910, falló por poco en su intento de matar al gobernador general de Bosnia.4
  • Miguel Ángel Vidaurrehas quoted2 months ago
    El ultimátum era un instrumento diseñado con el único fin de provocar la guerra.
  • Miguel Ángel Vidaurrehas quoted2 months ago
    El rasgo más desconcertante del proceso de toma de decisiones de los mandatarios habsburgo es la facilidad con la que plantearon una guerra. Apenas una semana y media después del magnicidio de Francisco Fernando, las fuerzas armadas y todos los ministros civiles, a excepción de Tisza, abogaban por la invasión de Serbia; de hecho, la mayoría optó por ello tan pronto como tuvo noticia de los asesinatos.1
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