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Alejandra Pizarnik,Santiago Caruso

La condesa sangrienta

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«Sentada en su trono, la condesa mira torturar y oye gritar. Sus viejas y horribles sirvientas son figuras silenciosas que traen fuego, cuchillos, agujas, atizadores; que torturan muchachas, que luego las entierran. Como el atizador o los cuchillos, esas viejas son instrumentos de una posesión. Esta sombría ceremonia tiene una sola espectadora silenciosa.» En 1611 la condesa Erzsebét Bathory fue condenada por el asesinato de seiscientas cincuenta jóvenes. Marcada por la perversión y la demencia, la Dama de Csejthe ha pasado a la historia como un emblema del mal absoluto. En sus crímenes se vislumbran los límites últimos del horror. Con La condesa sangrienta, Alejandra Pizarnik alcanzó una de las cimas de la literatura, elaborando un retrato perturbador del sadismo y la locura. Santiago Caruso ha sabido recrear con sus magníficas estampas no sólo los pormenores de la historia, sino también los atroces sentimientos que la gobiernan.
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34 printed pages
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Impressions

  • betzcclshared an impression5 years ago
    👍Worth reading
    🎯Worthwhile

    Aunque breve, la narrativa de Alejandra Pizarnik nos describe de forma muy puntual el personaje y su retorcida diversión. Buen libro.

  • Conejo Literarioshared an impression6 years ago
    👎Give This a Miss
    💀Spooky

    Guacala. No le veo lo magistral por ningún lado.

  • Elena Ochoashared an impression6 years ago
    👍Worth reading

    Resalta la belleza de lo terrible.

Quotes

  • Paula Ortiz Ayalahas quoted6 years ago
    Un color invariable rige al melancólico: su interior es un espacio de color de luto; nada pasa allí, nadie pasa.
  • Tiziana Macrihas quoted9 months ago
    De este modo, en la sala de torturas, Dorkó se aplicaba a cortar venas y arterias; la sangre era recogida en vasijas y, cuando las dadoras ya estaban exangües, Dorkó vertía el rojo y tibio líquido sobre el cuerpo de la condesa que esperaba tan tranquila, tan blanca, tan erguida, tan silenciosa.
  • Tiziana Macrihas quoted9 months ago
    una escena sin decorados donde el yo inerte es asistido por el yo que sufre por esa inercia.

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