A Guillermo Ortiz lo conocemos por sus excelentes artículos y libros, pero ¿de dónde surge su amor por el ciclismo? Y, ¿a qué se debe su particular fascinación por Gianni Bugno? «Yo soñaba con ser Gianni Bugno por mucho que incluso Forges se burlara de él en sus viñetas de El País. Gianni en ciclamino en el Giro de 1994 mientras Telecinco nos intentaba vender compresores; Gianni doble campeón del mundo; Gianni en la épica de los tifosi, que le escribían en las laderas del Mortirolo 'Facci sognare, Gianni, facci sognare', justo antes de que se quedara en el grupo trasero, pensando quizá en sus divorcios, en sus complejos. El hombre tranquilo convertido con el tiempo en un hombre atormentado. El adolescente convertido en adulto.»
A caballo entre novela de autoficción y crónica sentimental del ciclismo de su adolescencia y juventud, el autor combina con emoción y maestría las peripecias de un joven del madrileño barrio de Prosperidad con las historias íntimas de las grandes carreras (las Vueltas casi ganadas por Millar, el Giro de Berzin, la etapa de Mende en el Tour del 95…). Asoman en estas páginas las sobremesas de julio en familia, los primeros amores, los primeros desengaños, los descubrimientos vitales y culturales, pero también las hazañas de Induráin, Delgado, Pantani, Chiapucci o LeMond, las promesas incumplidas de Bugno y Olano, o las andanzas de corredores inolvidables como Moser, Argentin, Zülle, Jaskula, Mauri, Fondriest, Rooks, Bruyneel o Cubino.
El chico que soñaba con ser Gianni Bugno es una obra emocionante, escrita con una prosa amena y fluida, que destila un amor y una pasión genuinos por la vida y por el deporte.