Mientras que la mayor parte de los científicos pueden realizar experimentos para poner a prueba sus teorías, el astrónomo ha de limitarse a observar el cielo y confiar en encontrar en él pistas para poder entender los fenómenos que detecta. La cosmología es un caso aún más extremo: una de sus principales tareas, la de entender el origen del universo, no es directamente observable, con lo que su labor se parece a la de un investigador forense, que debe averiguar las respuestas a partir de las pistas que encuentre en la escena del crimen. Por fortuna, el ingenio de varias generaciones de astrónomos ha logrado descubrir y organizar muchas de esas pistas, hasta construir un caso que puede superar la revisión del juez más severo.
En este libro seguiremos esas pistas para acercarnos al origen del universo, y seremos testigos de decenios de descubrimientos astronómicos guiados por la pericia de sus descubridores y los avances de la tecnología en cada época: de la expansión del universo en 1929 a la distribución a gran escala de las galaxias en 2005, pasando por el fondo cósmico de microondas en 1965. Y, una vez que el origen del universo sea algo que nos resulte familiar, miraremos hacia el extremo contrario para preguntarnos ¿cómo acabará todo?