El ministerio de la felicidad suprema

A medida que la guerra avanzaba en el Valle de Cachemira, los cementerios se convirtieron en algo tan común como los aparcamientos de varias plantas que surgían como hongos en las florecientes ciudades de las llanuras.

En algunos países algunos soldados mueren dos veces

Cachemira era uno de los pocos lugares del mundo donde una población de tez clara había sido colonizada por otra de piel oscura.

Las cárceles se llenaron. Los puestos de trabajo desaparecieron

Las lápidas crecían de la tierra como dientes de leche.

Morir se convirtió en otra forma de vida

Robaron dinero, propiedades y mujeres.
Claro, las mujeres.
Las mujeres, claro

Así empezó la insurrección. La muerte estaba por doquier. La muerte lo era todo

Corrían rumores y contrarrumores. Había rumores que podían ser verdad y verdades que bien podrían ser solo rumores

Cuando comenzó la lucha armada y las fuerzas de ocupación intensificaron aún más su control, establecer un lugar para sus muertos se convirtió en un acto de desafío en sí mismo