Todavía hoy, a los niños se les asignan todas las características de la masculinidad patriarcal desde pequeños: «¡Mírale qué fuerte, cómo se sostiene en sus piernas ya!»; «¡Mírale qué listo, cómo hace el rompecabezas!»; «¡Mírale qué bueno es parando la pelota!»; «¡Cómo corre, qué tío!». Mientras que las niñas reciben refuerzo positivo solo por su aspecto físico: «¡Qué guapa estás!»; «¡Qué vestido más bonito!», «¡Qué peinado tan lindo!», «¡Qué sonrisa tan encantadora!».