Doheny sacó entonces a colación la amenaza del drenaje, esa pesadilla que consiste en que, si tú no extraes el petróleo de tus tierras, te expones a que llegue algún individuo sin escrúpulos, compre los terrenos adyacentes y lo extraiga por ti –es evidente que a Paul Tomas Anderson le llamó la atención esta artimaña y la reflejó en Pozos de ambición–.