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Sayak Valencia

Postales de R

  • Ana Saenzhas quoted21 days ago
    R dice mientras camina sobre mis cuerdas vocales: deberías volver a la poesía. Deberías volver al tartamudeo. Deberías volver a tomar riesgos. Deberías perder el miedo a desafinar. Deberías volver a cantar sin red.

    R quiere que vuelva al deseo.
  • Ana Saenzhas quoted21 days ago
    Sayak resuelva con tantísimo acierto en su libro al reubicar en el cuerpo y en sus órganos, fundamentalmente la boca, los afectos, las sensaciones, las emociones, y también el lenguaje, como una parte más, por más que su extensión social y, por lo tanto, política, pero también simbólica, nos haga ubicarlo más bien afuera casi siempre.
  • Ana Saenzhas quoted21 days ago
    De hecho, diría que la compleja relación entre el lenguaje y el dolor es una de las líneas de construcción más fuertes del libro: colocar ambas instancias en el cruce inevitable que presentan, pero también en la distancia que, si es que no existe –como nos dijeron algunas teorías del lenguaje que estudiamos– al menos sí se siente así en el cuerpo cuando por ejemplo a una le duele el corazón porque se lo han roto ¿metafórica o literalmente?
  • Ana Saenzhas quoted21 days ago
    Me dice: hemos venido a este desierto para construir una ermita. ¿Para qué queremos una ermita, si una ermita es un oratorio y nosotrxs no tenemos religión? R contesta: te equivocas, nosotrxs no tenemos fe, pero nuestra ermita será un lectario, una cúpula sobre la que resuene sincopadamente el sonido de la lluvia. Estamos aquí para esperar lo imposible, andar los pasos del desierto.
  • Ana Saenzhas quoted21 days ago
    En los muchos años, la boca re-encuentra a la boca amada, la reconoce: el leve temblor, la carnosidad de los labios, la mueca felina, el aliento a clavo.

    En los muchos años, la boca súbitamente tiembla, palpita, vuelve a ser niña, lee los labios: esa forma de pronunciar la «r» y quedarse a la intemperie, ese silencio de arroz blanco, la parsimonia intempestiva que trastabilla ante la duda.

    En los muchos años, la boca está surcada de líneas y es una bodega de verbos y alegría.

    La boca vuelve a escuchar su voz.
  • Ana Saenzhas quoted21 days ago
    En este estadio la boca solo reconoce algunos sabores, olvida otros. En estos días de reclusión y obituario, los sabores que la boca recuerda son aquellos emparentados a la sal: la brisa marina, el sabor del agua del cuerpo, el sabor del agua del mar, las estalagmitas de sal naciendo en el paladar. En estos días, las papilas de la boca y el olvido van de la mano. La boca olvida sabores. Olvidar un sabor es cerrar una puerta, escribir un epitafio.
  • Ana Saenzhas quoted21 days ago
    Entro en mi boca y las hileras de dientes son como una blanquísima biblioteca, algo reluciente y cegador. Entro en la boca y siento el peso de la historia, como un libro en cada diente, un peldaño hacia lo abstracto. La materialidad del lenguaje en estas hileras feroces. El peso de los dientes, la responsabilidad de los dientes, es decir, las páginas de huesos y leche.
  • Ana Saenzhas quoted21 days ago
    «No hay vuelta sin revuelta». Eso me espeta R, mientras se balancea sobre una aguja finísima que está clavada justo en el centro de mi exterioridad. «No hay vuelta sin revuelta». Me quedo pensando si R sabe lo que pasa afuera. Ella me dice: lo que pasa afuera es el sol y el viento, las ganas de reír, la pura felicidad de la gente en la calle, cada unx con su palpitar, cada unx con su latido. Lxs veo. Lxs observo desde la cristalina vinculación de tu ojo con el mundo. Lxs observo desde las cortinas de pestañas que son tus párpados y siento amor. Sí, siento amor por lxs extrañxs y su revolución.
  • Ana Saenzhas quoted21 days ago
    R, ¿sabes lo que pasa afuera?

    ¿Te refieres a lo que pasa entre tu epidermis y el aire?
  • Ana Saenzhas quoted21 days ago
    Se recuesta sobre la montaña izquierda de mi cuerpo. Viene cansada, aturdida, atribulada. Viene con el pelo despeinado por la tempestad. Viene jadeante como si viniera del desierto y los pies le sangraran y la lengua fuera un pergamino a punto de romperse o deshacerse al contacto con el agua. Así viene R, así se tumba sobre mi cuerpo, mientras me comunica que se quedará acostada en mi seno izquierdo para contemplar las nubes y volver a ser feliz. Me pregunta: ¿por qué no entiendes nada?, ¿por qué me haces trabajar así?, ¿por qué me arrastras en tu obstinada inclinación por salvar lo insalvable?, ¿por qué no te tiendes aquí conmigo y nos olvidamos de que el mundo es una pared y otra pared, un puño de arena sobre los ojos?
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