JOSEPH CAMPBELL

El héroe de las mil caras

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  • ashaelhas quoted2 years ago
    donde habíamos pensado que estaríamos solos, estaremos con el mundo.
  • ashaelhas quoted3 years ago
    Sigmund Freud subraya en sus escritos los diferentes pasos y dificultades de la primera mitad del ciclo de la vida humana,
  • ashaelhas quoted3 years ago
    porque llevan las llaves que abren el reino entero de la aventura deseada y temida del descu
  • ashaelhas quoted3 years ago
    Como se nos dice en los Vedas: “La Verdad es una, los sabios hablan de ella con muchos nombres.”
  • Alex Viterihas quoted3 years ago
    De esta manera, el primer objeto de la hostilidad del niño es idéntico al primer objeto de su amor, y su primer ideal (que [14] a partir de entonces permanece como la base inconsciente de todas las imágenes de felicidad, belleza, verdad y perfección) es el de la unidad dual de la Virgen y el Niño.5
  • Alex Viterihas quoted3 years ago
    Lo asombroso es que la eficacia característica que conmueve e inspira los centros creadores profundos reside en el más sencillo cuento infantil, como el sabor del océano está contenido en una gota y todo el misterio de la vida en el huevo de una pulga.
  • Danny Giraldohas quoted4 years ago
    Es un círculo completo, de la tumba del vientre al vientre de la tumba; una enigmática y ambigua incursión en un mundo de materia sólida que pronto se deshace entre nuestros dedos, como la sustancia de un sueño.
  • Danny Giraldohas quoted4 years ago
    Porque por medio de nuestras victorias, si no sufrimos una regeneración, el trabajo de Némesis se lleva a cabo: la perdición nace del mismo huevo que nuestra virtud. Así resulta que la paz es una trampa, la guerra es una trampa, el cambio es una trampa, la permanencia es una trampa. Cuando llegue nuestro día por la victoria de la muerte, la muerte cerrará el círculo; nada podemos hacer, con excepción de ser crucificados y resucitar; ser totalmente desmembrados y luego vueltos a nacer.
  • Danny Giraldohas quoted4 years ago
    El inconsciente manda a la mente toda clase de brumas, seres extraños, terrores e imágenes engañosas, ya sea en sueños, a la luz del día o de la locura, porque el reino de los humanos oculta, bajo el suelo del pequeño compartimiento relativamente claro que llamamos conciencia, insospechadas cuevas de Aladino.
  • Danny Giraldohas quoted4 years ago
    Al parecer, la más permanente de las disposiciones de la mente humana es la que se deriva de que, de todos los animales, somos los que nos alimentamos durante más tiempo del pecho materno. Los seres humanos nacen demasiado pronto; están incapacitados para enfrentarse con el mundo. En consecuencia, su única defensa frente a un universo de peligros es la madre, bajo cuya protección se prolonga el período intrauterino.[2] De aquí que el niño dependiente y su madre constituyan meses después de la catástrofe del parto una unidad dual, no sólo física sino también psicológicamente.[3] Cualquier ausencia prolongada de la madre causa tensión en el niño, e impulsos agresivos correspondientes; también cuando la madre se ve obligada a oponerse al niño provoca respuestas agresivas. De esta manera, el primer objeto de la hostilidad del niño es idéntico al primer objeto de su amor, y su primer ideal (que a partir de entonces permanece como la base inconsciente de todas las imágenes de felicidad, belleza, verdad y perfección) es el de la unidad dual de la Virgen y el Niño.[4]

    El infortunado padre es la primera intrusión radical de otro orden de realidad en la beatitud de este restablecimiento terreno de la excelencia de la situación dentro del vientre; la primera impresión que se tiene de él, por lo tanto, es de enemigo. A él se trasfiere la carga de agresión que estaba originalmente ligada a la madre «mala» o ausente, mientras que el deseo ligado de la madre «buena», presente, nutricia y protectora lo conserva (normalmente) ella misma. Esta fatal distribución infantil de los impulsos de muerte (thánatos: destruido) y de amor (eros: libido), es la base del ahora célebre complejo de Edipo, que Sigmund Freud señaló hace alrededor de cincuenta años como la gran causa de nuestro fracaso como adultos en cuanto a comportarnos como seres racionales. Como dice el Dr. Freud: «El rey Edipo, que ha matado a su padre y tomado a su madre en matrimonio, no es sino la realización de nuestros deseos infantiles. Pero, más dichosos que él, nos ha sido posible, en épocas posteriores a la infancia, y en tanto en cuanto no hemos contraído una psiconeurosis, desviar de nuestra madre nuestros impulsos sexuales y olvidar los celos que el padre nos inspiró.»[5] Y añade: «Todas las perturbaciones morbosas de la vida sexual pueden considerarse justificadamente como inhibiciones del desarrollo.»[6]
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