El Padrino, El Regreso

Para ganar poder, a veces hay que controlar a los que menos poderosos parecen.

El que aconseja no quiere ser jefe. Un viejo dicho.

En nuestro mundo, si a un amigo le da un infarto, empezamos a planear la mejor manera de vengarnos de Dios.

Por mucho que le atices, un burro nunca se convertirá en un caballo de carreras.

Hay dos leyes que debéis obedecer sin hacer preguntas —dijo—. No debéis traicionar nunca los secretos de esta sociedad, observando de esta manera la antigua tradición de la omertà. El

castigo por violar esa ley es la muerte. No debéis tocar a la mujer o a los hijos de otro miembro. El castigo por violar esa ley es la muerte. ¿Juráis por vuestra vida respetar esas leyes?

La intimidación es un arma más poderosa que los puños o las pistolas.