La estrella más oscura

permití sonreír cuando él no podía verme, y era una sonrisa amplia e inmensa que reflejaba todos los sentimientos extraños, desastrosos, excitantes y desconocidos que revoloteaban en mi interior. Sonreí como no lo había hecho en días. Quizás en semanas.

era innegable la atracción que sentíamos o el deseo… o la curiosidad creciente cuando se trataba de él, de nosotros.

No sabía qué deparaba el futuro para nosotros, si había uno.

Hacemos lo que solemos hacer habitualmente. ¿Lo que ocurrió? No puede dominar tu vida y controlar cada segundo de ella. Si permites que eso suceda, entonces, ¿no será una derrota?

no hay nada que podamos hacer más que vivir con la promesa del futuro mientras sabemos que quizás no llegará

buscó mis labios y me besó de un modo en el que nunca me habían besado antes.

por una sensación de urgencia distinta. Quería más que besos. Quería…

—¿Qué quieres? —preguntó, mirándome a los ojos.

—A ti —susurré, con las mejillas ardiendo.

—Me tienes. —Deslizó el pulgar por mi labio inferior—. Siempre me has tenido. Siempre.

Solo quería sentir…, sentirme real. Sentir que era una persona que existía y que tenía un pasado y un futuro.

—Si tuviera que hacerlo todo de nuevo, lo haría. Maldita sea, no dudaría un segundo, lo haría de nuevo porque la única otra opción sería que no estuvieras de pie frente a mí… furiosa, pero respirando. Viva y tan condenadamente bella que muero un poco cada vez que te veo

Cuando había sentido que el mundo estaba a punto de destruirse, no había notado que era mi mundo el que había estado a horas de la autodestrucción.