En todo caso, después de haberme pasado medio día en aquel círculo rojo, fui muy consciente de que podía observar la vida a través del visor de una máquina fotográfica, de que podía ver lo que quisiera, incluso cosas que otros sólo podrían ver si yo se las hacía evidentes. Pero que jamás podría alcanzar realmente aquello que lograse vislumbrar