Rayuela

No se queda en sí mismo, sino que es llave, invitación al salto: «Amor mío, no te quiero por vos ni por mí ni por los dos juntos, no te quiero porque la sangre me llame a quererte, te quiero porque no sos mía, porque estás del otro lado, ahí donde me invitás a saltar y no puedo dar el salto…»

la alegría inútil en mitad de la peor tristeza

El día en que verdaderamente sepamos preguntar, habrá diálogo. Por ahora las preguntas nos alejan vertiginosamente de las respuestas.

El desflorado, muerto y espantoso pasado,

¿habrá de restaurarnos con su sobrio aletazo?

la verdadera condena es eso que ya empieza

«La música pierde melodía, la pintura pierde anécdota, la novela pierde descripción».

yo siento que mi salvación, suponiendo que pudiera alcanzarla, tiene que ser también la salvación de todos, hasta el último de los hombres

Al despedirnos éramos como dos chicos que se han hecho estrepitosamente amigos en una fiesta de cumpleaños y se siguen mirando mientras los padres los tiran de la mano y los arrastran, y es un dolor dulce y una esperanza

me atormenta tu amor que no me sirve de puente porque un puente no se sostiene de un solo lado

el amor juega a inventarse, huye de sí mismo para volver en su espiral sobrecogedora