Dick Young, el narrador de esta novela, es un hombre desencantado con su vida y su trabajo, casado con una viuda estadounidense que tiene dos hijos y quiere llevárselo a Nueva York a dirigir una editorial. Un compañero suyo de la universidad, profesor de biofísica, les presta su casa de Cornualles para que pasen el verano, pero en realidad la invitación tiene segundas intenciones: quiere que su amigo sea un conejillo de Indias para una nueva droga que ha inventado y que tiene el extrañísimo efecto de propiciar viajes al pasado. Así, al tomarla, Dick se encuentra de pronto en el siglo XIV, testigo invisible de una serie de intrigas y amoríos en una cruel comunidad feudal. Después de la primera conmoción, la atracción de ese otro mundo se muestra irresistible y disfruta de convertirse en «un intruso en el tiempo» y de deshacerse de las responsabilidades del presente. Fascinado por lady Isolda Carminowe, una dama que cae en desgracia, no ve el momento de volver junto a ella, pero la doble vida que lleva no tarda en causar sus estragos: no solo tiene que ocultar sus viajes, sino que empieza a confundir ostensiblemente ensoñación y realidad. La Casa de la Orilla (1969) esboza con todo detalle no solo una trama histórica sino la experiencia de un hombre que se evade y se reafirma al mismo tiempo, con dramáticas consecuencias. Es quizá una de las novelas más imaginativas y misteriosas de Daphne du Maurier.