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Julia Quinn

Un marido inventado

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  • Ivanna Peñaloza Acevedohas quoted2 years ago
    —Te acostaste conmigo engañado.

    Él intentó no reírse, de verdad lo intentó, pero pocos segundos después la cama temblaba con sus carcajadas.

    —¿Te hace gracia? —preguntó ella.

    Él asintió, sujetándose la barriga, pues su pregunta desató otra ola de carcajadas.

    —Me he acostado contigo engañado —repitió, riéndose.

    Cecilia frunció el ceño, contrariada.

    —Es verdad.

    —Tal vez, pero ¿a quién le importa? —Él le dio un empujón amistoso con el codo—. Vamos a casarnos.

    —Pero Billie…

    Él la agarró de los hombros.

    —Por última vez, no quiero casarme con Billie. Quiero casarme contigo.

    —Pero…

    —Te amo, tontita. Hace años que te amo.

    Quizás era demasiado engreído, pero hubiese jurado que oyó cuando a ella se le aceleró el corazón.

    —Pero no me conocías —murmuró.

    —Te conocía —dijo él. Tomó su mano y la llevó a sus labios—. Te conocía mejor que… —Calló un momento, pues necesitaba ordenar sus pensamientos—. ¿Tienes idea de cuántas veces he leído tus cartas?

    Ella negó con la cabeza.

    —Cada carta… ¡Dios mío, Cecilia! No tienes ni idea de lo que significaban tus cartas para mí. Ni siquiera estaban dirigidas a mí…

    —Sí lo estaban —dijo ella con voz queda.

    Él calló y la miró a los ojos, preguntándole en silencio a qué se refería.

    —Cada vez que le escribía a Thomas estaba pensando en ti. Yo… —tragó saliva, y aunque la luz era demasiado tenue para verlo, de algún modo él supo que se había ruborizado— siempre me regañaba a mí misma.
  • Ivanna Peñaloza Acevedohas quoted2 years ago
    —No tienes obligación de casarte conmigo.

    Él no podía creer que ella todavía pensara que eso era posible.

    —Ah, ¿no?

    —No te haré cumplir con ella —farfulló—. No hay nada que te retenga.

    —¿No? —Él dio un paso hacia ella; ya era hora de que eliminaran la distancia entre los dos, pero se detuvo al ver algo en su mirada.

    Tristeza.

    Parecía infinitamente triste, y eso lo destrozaba.

    —Tú amas a otra persona —susurró ella.

    Un momento… ¿Qué?
  • Ivanna Peñaloza Acevedohas quoted2 years ago
    —Tiene diez segundos para explicarme por qué mintió sobre Thomas Harcourt.

    —¡Por el amor de Dios, Rokesby! —exclamó el coronel, pasándose la mano por el cabello—. ¡No soy un monstruo! Lo último que deseaba era darle falsas esperanzas.

    Edward se quedó inmóvil.

    —¿Falsas esperanzas?

    Stubbs lo miró fijamente.

    —No lo sabe. —No era una pregunta.

    —Creo que ya sabemos que hay muchas cosas que no sé —replicó Edward con voz tensa—. Así que, por favor, ilumíneme.

    —El capitán Harcourt está muerto —manifestó el coronel. Negó con la cabeza, y con auténtica tristeza añadió—: Recibió un disparo en el estómago. Lo siento.

    —¿Qué? —Edward se tambaleó hacia atrás; sus piernas lograron encontrar una silla en la cual desplomarse—. ¿Cómo? ¿Cuándo?

    —En el mes de marzo —respondió Stubbs.

    Ke

  • Ivanna Peñaloza Acevedohas quoted2 years ago
    Edward sintió un fuerte alivio, como si fuera algo concreto. Si alguien le hubiese hecho daño, la hubiese violado… A él no le hubiera importado que no fuese virgen, pero tendría que pasarse el resto de su vida buscando al desgraciado.
  • Ivanna Peñaloza Acevedohas quoted2 years ago
    Años atrás, su padre lo había llevado aparte y le había inculcado el temor a Dios y a la sífilis.
  • Ivanna Peñaloza Acevedohas quoted2 years ago
    Edward miró rápidamente a Cecilia. Permanecía inmóvil, una auténtica muestra del estoicismo británico. Pero había angustia en sus ojos, y tuvo la horrible sensación de que, si la tocaba, si tan solo ponía un dedo en su brazo, se desmoronaría.

    Sin embargo, estaba desesperado por abrazarla. Quería abrazarla con tanta fuerza que no pudiera desmoronarse. Abrazarla durante tanto tiempo que las preocupaciones y miedos abandonaran su cuerpo y entraran en el suyo.

    Quería absorber su dolor.

    Quería ser su fortaleza.
  • Eva Vergarahas quoted2 years ago
    Se olvidó de todo. Nada existió excepto ese momento, en esa cama.
  • Eva Vergarahas quoted2 years ago
    No tenía fuerzas para resistirse a él. No cuando era de ese modo: gracioso y tierno.
  • Eva Vergarahas quoted2 years ago
    Eres valiente y tienes un corazón leal y bello. No es ninguna deshonra tener miedos y preocupaciones.
  • Eva Vergarahas quoted2 years ago
    Si hubiera sido un filósofo, hubiera pensado que ella tenía la capacidad de ver su alma.
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