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Dorian Lynskey

33 revoluciones por minuto

Una historia detallada de la canción protesta, uno de los géneros musicales que mejor han definido el siglo XX. Para Lynskey, la obra fundacional de este género es “Strange Fruit” que Billie Holiday interpretó por primera vez en 1939. En esa canción se reunían la calidad musical y la denuncia de una situación ignominiosa. Es importante insistir en esa reunión de calidad musical y denuncia porque éste es el criterio que rige este libro por encima de otras consideraciones. Pete Seegen, Joan Baez o Bob Dylan fueron pioneros de una carrera en la que los relevarían REM, U2 o Springsteen. Porque, al llegar a cierto punto, música popular y denuncia parecen indisociables. Lynskey se ocupa de esta relación describiendo los movimientos sociales que se apoyaron en la música para difundir su mensaje
962 printed pages
Copyright owner
Bookwire
Original publication
2015
Publication year
2015
Publisher
MALPASO
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Quotes

  • Victor Avilés Velazquezhas quoted8 days ago
    En 1969 la moral de las tropas languidecía. Aquél fue el año de los primeros fraggings: asesinatos de oficiales matones a manos de sus hombres por medio de granadas de fragmentación. La marihuana siempre había formado parte del botiquín de relajamiento de los soldados, pero la heroína y el opio empezaron a reemplazar a las anfetaminas y a los barbitúricos. Y fue en este contexto en el que emergió la repentinamente famosa «Fixin’-to-Die…».
    Pasarían varios años antes de que McDonald conociera el impacto que había tenido su canción en Vietnam. Un exprisionero de guerra le contó que Hanoi Hannah, el propagandista norvietnamita, solía poner la canción para los reos de una cárcel conocida como el Hanoi Hilton, confiando en quebrar su moral. En cambio, explicó, «los prisioneros terminaban sonriendo y canturreando». McDonald posee la grabación de un soldado cantándola en Vietnam dos meses antes de morir en acción. Otro soldado le explicó al cantante que su amigo había muerto desangrado en sus brazos cantando «¡yupi, vamos a morir todos!».
    «Son relatos estremecedores —dice McDonald, quedo—. Ni llegué a soñar con que pudiera pasar algo así, pero me gusta. Significa que fue un asidero al que se agarraron para no perder el juicio.»
  • Victor Avilés Velazquezhas quoted8 days ago
    Aparte del hecho de que esta presunta visión de pesadilla sonaba como algo estimulante, el error de Badeaux consistía en desechar esa necesidad de una música que absorbía y reflejaba la locura de la época en lugar de negarla sin más. «Los cantantes protesta del pasado solían ser ideólogos que adaptaban melodías semimusicales a versos insípidos —se despachaba con acritud Jon Landau en Rolling Stone—. Nunca se les ocurrió que es la música lo que debería comunicar el grueso del sentido.» La guerra en Vietnam era ruidosa, mecanizada, alucinatoria, caótica, unos rasgos que Hendrix comprendió y Seeger no. Así, «Machine Gun» (Hendrix, 1970) deriva su poderío antibélico no ya de una letra más bien manida, sino del estentóreo frenesí sonoro que crea. En el mismo Vietnam, disparar una ametralladora automática M-16 se conocía como ponerla a «rocanrolear».
  • Victor Avilés Velazquezhas quoted8 days ago
    Otra actuación estelar fue la versión de Jimi Hendrix de «The Star-Spangled Banner», sin duda la canción protesta instrumental más potente que haya dado jamás el rock. Más que adaptar el himno, lo que hizo Hendrix fue dinamitarlo y la elocuencia desgarradora de su interpretación lo convirtió en una mancha sonora del test de Rorschach, en el que cada oyente podía decidir qué representaba. Le estaba pegando fuego al fallido experimento de Norteamérica o quizá evocaba los dolores del parto de un nuevo patriotismo, menos dañino: la cosa oscilaba entre la Sociedad de la Muerte o el hermoso naufragio.

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