«Me separé hace poco más de tres años, y desde entonces solo puedo ver a mi hijo cada dos semanas, justo el tiempo que un señor que no me conoce y que no sabe nada sobre mí, ha plasmado en una sentencia judicial. Por si fuera poco, la cantidad de dinero que debo pagar cada mes es abusiva, teniendo en cuenta que, una vez que la he satisfecho, ni siquiera puedo hacer frente a los gastos corrientes de una casa.»
Alex es un policía, escritor y licenciado en derecho de cuarenta años. Hace tres años que se separó de su mujer, y desde entonces lucha por obtener la custodia compartida de su hijo, que le ha sido rechazada una y otra vez. Pero, después de todo ese tiempo de duro esfuerzo, Alex ha decidido que eso se acaba. Hoy será el último día de su vida. Hace tiempo que viene pensándolo. Esta noche, cuando las luces se apaguen y los vecinos del edificio de apartamentos donde vive de alquiler se hayan ido a dormir, abrirá la caja fuerte que hay dentro de su armario, sacará su pistola de la funda, se la pondrá en la sien y apretará el gatillo.
Trujillo García hace una ruda y veraz reflexión sobre las casi insalvables dificultades de la vida de un hombre, y de las mezquindades, las negociaciones y las claudicaciones que se producen una vez que el amor desaparece.