Entre a la tienda —ordeno—. Falta poco para que empiece a llover.
Se levanta sacudiéndose las hojas del trasero.
—¿No vendrá?
—La tienda es pequeña para los dos, así que me quedaré montando guardia.
—¿Guardia de qué? —Se ríe—. ¿Quién va a atacarnos? ¿Osos hormigueros?
La aniquilo con la mirada. Se pasa con sus indirectas, las cuales cree que no noto.
—Lo que se avecina no es una simple lluvia, es una tormenta. La tienda es pequeña, sin embargo, podemos acomodarnos.