Valentía II

Necesito perdonar y perdonarme,
dejar que se vayan esos rencores
que me tienen el corazón deshecho

que se vayan esos rencores
que me tienen el corazón deshecho

Uno se cansa de las promesas sin vida
y de los besos sin alma.
Entonces,
dan ganas de un amor honesto,
libre de excusas baratas;
un amor lleno de poesía,
de locura
y de calma.

Suficientes heridas tienen los demás
como para sentarme a esperar
que alguien venga a curarme las mías.
Yo solito puedo

Hay que ser valiente para desterrar lo que no suma, lo que oscurece, lo que duele, lo que envenena.

Necesito perdonar y perdonarme se vuelve mantra y es que llega un punto de la vida en que viajar ligeros de alma y solo con los buenos recuerdos a cuestas es lo que elegimos.

Hay que ser valiente para desterrar lo que no suma, lo que oscurece, lo que duele, lo que envenena.

Es asombrosa la manera en que cada palabra se mete por debajo de la piel y llega al corazón, y lo entibia. Porque hay veces en que no tenemos idea de lo fuertes que somos hasta que llega ese instante en que todo se desmorona.

Lo realmente triste no es que te dejen,
sino que se queden,
aun sabiendo que no te quieren.

Puse mi corazón en un pedestal,
donde nadie lo pueda alcanzar.
Cuando nos hacen tanto daño
procuramos cuidarnos más de lo normal.
A los que amamos con el alma
nos cuesta más reconstruirnos,
nos volvemos más fríos
ante la más mínima muestra de cariño.
No dejamos entrar a cualquiera,
ser así es nuestro acto de supervivencia.

Nadie se salva de sentir dolor,
nadie se salva de sentir amor.
A unos les va bien; a otros, mejor.
A unos cuantos les da igual
y a otros tantos les va peor.
Al final te quedas con lo que vives;
lloras, pero también ríes;
te vas de bruces contra la pared,
pero siempre consigues estar bien.