Cuando Jack coincidió con Molly y sus hijos en un campamento de verano, se llevó a casa dos cosas. Por un lado, el placer de haberla conocido; pero, por otro, el fiasco de su último encuentro con ella.
Habían estado muy unidos durante las vacaciones, pero Jack sabía que no podía ser algo duradero. ¿Qué mujer en su sano juicio querría aceptarlo a él con sus cuatro hijos? Y ella pensaba algo parecido. ¿Quién iba querer vivir con seis niños?
Pero los hijos se dieron cuenta de algo en lo que sus padres no habían reparado: que cinco más tres era el número perfecto para una familia.