Kamala Harris

«Me presento a presidenta del pueblo, por el pueblo y para todo el pueblo»

«Se trata de establecer un diagnóstico, y luego un tratamiento, ¿no? También de ser honestos en el diagnóstico: tiene cáncer. Bueno, esa es la verdad, ahora toca afrontarla. ¿Cuál es el tratamiento indicado? Negarlo y ocultar la verdad no hace más que dejar que avance».

«Kamala Harris entra en juego todos los días. Todos los días. Está preparada, centrada, es lista, es efectiva. Hace los deberes —explicó Wyden—. Y eso es realmente lo que marca las diferencias en el Senado: quién hace sus deberes y quién se limita a emitir comunicados de prensa para obtener diez segundos de cuota de pantalla, pero sin tomárselo en serio.»

Después, los senadores republicanos y los comentaristas conservadores acusarían a Harris de falta de respeto y de no observar las normas de educación del Senado. Los veteranos de Washington, especialmente los hombres de más edad, no soportaban la audacia y la tenacidad de Harris. Pero nadie que la hubiera conocido en California dudaba respecto a que Kamala Harris era así.

A principios de verano, Harris ya era una de las voces críticas más destacadas y contundentes sobre el Gobierno de Trump. Cumpliendo con lo prometido en el discurso de la noche de su elección, en 2016, Kamala Harris se estaba convirtiendo rápidamente en una líder de la resistencia demócrata a Trump en el Senado, y en todo un símbolo de la nueva generación en Washington. Con ella había llegado el cambio al Senado. Y la cosa no iba a quedar ahí.

Harris se hizo con un grupo de fieles seguidores en todo el país, y solía informar sobre las políticas de Trump contra los inmigrantes, las familias trabajadoras y la gente de color.

«El tráfico de seres humanos es una forma moderna de esclavitud —declaró Harris en un informe emitido en 2012, su segundo año como fiscal general—. Supone el control de una persona por medio de la fuerza, la estafa o la coacción para explotarla con trabajos forzados o sexualmente, o ambas cosas.»

«Yo os diré qué es lo que no podemos dejar caer. Es nuestra clase media, lo que no podemos dejar caer. Es el sueño americano de poseer una vivienda, lo que no podemos dejar caer.

»Es la promesa de una educación pública de calidad, libre y universal, lo que no podemos dejar caer.

»Nuestros jóvenes, la próxima generación, son lo que no podemos dejar caer. La protección del medio ambiente es lo que no podemos dejar caer. Y, demócratas, es nuestra visión de una sociedad inclusiva lo que no podemos dejar caer. ¡El matrimonio entre personas del mismo sexo no lo podemos dejar caer! ¡Los derechos de las mujeres no los podemos dejar caer!»

Cuando Harris defiende su causa para conseguir un control de las armas, habla de «esas malditas fotos». Los congresistas o senadores que no estén convencidos de votar a favor de leyes que controlen el acceso a las armas deberían echar un vistazo a «esas malditas fotos», las de los niños asesinados con armas de fuego.

«Niños. Niños. Niños»,

«La gente veía el sistema penitenciario como una puerta giratoria, que no servía para reeducar a los reclusos —dijo Ace Smith—. Fue, quizá, la primera elección importante en la que alguien presentó esa idea de reformar la justicia criminal.»