Un comportamiento muy complejo podría deberse, en parte, al efecto mariposa propio de unas ecuaciones simples y deterministas y, en parte, al puro y simple azar. Un ecosistema nunca está aislado del mundo, y el mundo manifiesta su presencia como ruido, esa maraña de efectos fortuitos, muchas veces indeseables, que no se pueden controlar ni desenredar.