Los beduinos, por lo general, se limitan a rapiñar, a esquilmar, pero no a cultivar, y sus bestias devoran todo el verdor que ante sí puedan encontrar. A ellos se debe el que los escasos oasis de la región se vayan reduciendo día a día. Nosotros, por el contrario, haremos cuanto esté en nuestra mano por propiciar que estas inmensas extensiones florezcan y se pueblen, por impedir que sigan siendo este páramo inhabitable que nos rodea.