En “Las Dos Botellas Negras”, el narrador llega a la inquietante ciudad de Daalbergen para reclamar la herencia de su difunto tío, Dominie Vanderhoof. Los lugareños hablan de comportamientos extraños relacionados con Dominie y su sacristán, Abel Foster. A pesar de las advertencias, el narrador visita una iglesia aislada donde descubre un oscuro secreto relacionado con la demonología, rituales ocultos y misteriosas botellas negras que insinúan una escalofriante amenaza sobrenatural.