No hay frustración, amargura ni autocrítica en este tipo de aceptación afable. Esto no significa que seamos complacientes, sino que dejamos de resistirnos a cómo son las cosas en la realidad. La aceptación sincera es un elemento básico del amor, comenzando por el que nos profesamos a nosotros mismos, y una puerta al regocijo. Por medio de las prácticas de la bondad amorosa y la autocompasión podemos aprender a amar a nuestro deficiente e imperfecto yo. Y en esos momentos de vulnerabilidad abrimos nuestro corazón para unirnos a los demás también. No somos perfectos, pero valemos