COMO DELANTE de un prado una vaca
que inclina mansamente la cabeza
y sólo la levanta para contemplar su suerte,
o una ballena estacionada justo
en la corriente de una migración de plancton,
a veces me sorprendo estático
y hundido, estacionado
en medio del gran prado del lenguaje.
Pero no tengo dos estómagos
y hasta la vaca busca, cata, escoge,
separa cierta hierba que le gusta,
no es un edén el prado, es su trabajo,
y la ballena, cuando come el plancton,
separa las partículas más gruesas,
se gana el pan diario, su inmenso pan,
buscándolo en el fondo de los mares,
después emerge, expulsa el diablo de su cuerpo
y vuelve a sumergirse sin saber
si come el plancton o lo respira.
No es fácil ser cetáceo ni rumiante
y yo no tengo doble estómago, y con uno
hay que escoger, no todo sirve,
sólo la poesía no desecha,
ve el mundo antes de comer