Por lo que se refiere, en primer lugar, a la persistencia de la «fuerza» del comunismo ya sea en el mundo real o como ideal, no cree que pueda seguir manteniéndose por mucho tiempo debido a su «pérdida de atractivo y universalidad». Por lo que concierne al fundamentalismo islámico, considera que a pesar de la pretensión del Islam de ser una religión universal, carece de atractivo alguno fuera de las comunidades que ya eran previamente musulmanas, añadiendo que su actual resurgimiento se explica mejor como una reacción del fracaso experimentado por las sociedades musulmanas ante el poderoso atractivo del liberalismo occidental. Por lo que respecta al nacionalismo, en cambio, su desafío le parece mucho más serio, dada la innegable fuerza del sentimiento nacionalista en el mundo posthistórico.