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Charlie Jonas

  • Liliana Villasañahas quotedlast month
    Y la verdad es que la vida siguió adelante o, mejor dicho, simplemente siguió, pues para Susann era bastante triste; a menudo también se sentía muy sola, conforme pasaban los días, las semanas y los meses sin su fiel marido, que había estado con ella siempre, en los buenos y en los malos momentos. A veces también se enfadaba un poco con Bertold por haberse largado y haberla dejado abandonada.
  • Liliana Villasañahas quotedlast month
    meditando sobre la vida, Susann se preguntó en qué momento había empezado a dividir los días en buenos y malos. Hace unos años jamás se le habría pasado por la cabeza decidir, ya lista para dormir, cuando dejaba a un lado su libro, apagaba la lámpara
  • Liliana Villasañahas quotedlast month
    de noche y le daba un beso a Bertold, si aquel había sido un buen día, ni tampoco si se había tratado de todo lo contrario. ¿Era la edad la que le hacía pensar así? ¿Las pérdidas que se le amontonaban? ¿El hecho de que por la noche cada vez dormía peor y que por la mañana, cuando se despertaba, le dolían los huesos con mayor frecuencia? También notaba que se había vuelto un poco llorona. Le dolían las caderas y el pronóstico del doctor Kugelmann era preocupante. Y cuando uno está preocupado, se cree que todo va a salir mal
  • Liliana Villasañahas quotedlast month
    La primera vez que estuvo en el piso de Leonie, pasó un buen rato desconcertada en el vestíbulo ante la estantería para zapatos que llegaba hasta el techo.

    —¡Ay, Dios mío! —había exclamado perpleja—. ¿Qué haces con todos estos zapatos? ¡Si solo tienes dos pies!

    —Me gusta tener donde elegir —había respondido Leonie.

    En cambio, a ella le resultaba incomprensible cómo se podía ir por la vida con solo cinco pares de zapatos sin sentir que te hacían falta más.
  • Liliana Villasañahas quotedlast month
    la que, como cada día, estaba extendida la colcha con el suave estampado de rosas. No soportaba las camas sin hacer, para ella eran el principio del fin y conducían inevitablemente al caos. Y Leonie temía el caos. Un piso ordenado, en el que las cosas estuvieran en su sitio, le daba la sensación de que cualquier cosa podía superarse. Y en ese orden maravilloso una criaturita imprevisible había tomado el mando y lo había puesto todo patas arriba
  • Liliana Villasañahas quotedlast month
    Las calificaciones no habían sido muy buenas, aunque había preparado a la clase con detalle para el planteamiento central del texto. Los alumnos simplemente no escuchaban. Sin duda su atención se perdía entre las imágenes de las publicaciones de Instagram y las series de Netflix.
  • Liliana Villasañahas quotedlast month
    n los exámenes algunos se creían especialmente listos y soltaban auténticos disparates; se enrollaban metiendo paja con la esperanza de que el «cuanto más, mejor» compensase su volumen
  • Liliana Villasañahas quotedlast month
    A veces Leonie envidiaba a los compañeros de Educación Física o Música. Impartir asignaturas que requerían correcciones por parte del profesor quizá no había sido la mejor idea aunque hubiera pequeños momentos de felicidad, como cuando tiempo atrás una chica de bachillerato escribió un impresionante ensayo sobre el Romanticismo alemán y su significado para los jóvenes de hoy en día. Esos eran los momentos estelares de una profesora de instituto.
  • Liliana Villasañahas quotedlast month
    hacer tanto ruido. Mimi estaba pasada de vueltas y Leonie se preguntó si era posible que los gatos pudieran tener TDAH. La criatura, agitada, había intentado abrir el armario del dormitorio y se había puesto a arañarlo
  • Liliana Villasañahas quotedlast month
    Tal vez porque mi piso es demasiado pequeño. A lo mejor no le gusta mi perfume de rosas o la crema de manos de lavanda que uso. No, la verdad es que la odia; siempre salta asqueada cuando me la pongo. —Leonie miró sus manos cuidadas y suspiró infeliz—.
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