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Giovanna Rivero

  • Tania Hernándezhas quoted2 years ago
    En las noches más oscuras, cuando ni siquiera era posible adivinar las sombras de las montañas o el reflejo de la nieve en las paredes de la casa, me invadía el miedo del mismo modo en que el frío invade las fosas nasales, las orejas, la garganta y las plantas de los pies. Ni siquiera hoy puedo confirmar que esa electricidad blanca que subía por la nuca y se instalaba en el centro mismo de mi cabeza era otro síntoma del problema pineal
  • Alehas quoted2 years ago
    ra bueno desear a mi marido. Era triste no poder expresarlo de la mejor manera.
  • Alicia M. Mareshas quoted4 months ago
    A ella también, cuando canta, se le brotan azules como riachuelos subterráneos las venas de las sienes. Eso es cantar con amor, dice su padre. O decía.
  • Alicia M. Mareshas quoted4 months ago
    Miró a los pájaros y solo vio orgullo y belleza en su vuelo alto. Miró a las vacas, sus ojos lánguidos y piadosos, y se sintió mejor. Si no fuera pecado, si todo no fuera pecado, se habría sentado a mugir allí mismo, en medio de la granja. Sí, porque aunque en ese momento no lo sabía, de entre todas las cosas, eran las vacas las criaturas que Elise iba a extrañar con el corazón hecho un escarabajo. No a esos ruiseñores sin alma ni a los árboles colosales y de panza inflamada como una hembra encinta.
  • Alicia M. Mareshas quoted4 months ago
    ¿Qué día tiró usted el cuerpo al mar, Amador? ¿Cuándo fue eso? ¿Rezó? ¿Por lo menos, rezó?, insiste la mujer con los ojos húmedos, pero que no desaguan una sola lágrima, como si ella tuviera la potestad de administrar el alivio o la penitencia del llanto.
  • Alicia M. Mareshas quoted4 months ago
    La casa de la madre de Coronado se ha ido arrumando hacia la pared del fondo, pronto va a caber en el huertito de calaminas. Es lo que hace el sol del atardecer con las casas de techo bajo, las achica, las ovilla, arrastrando las sombras de los muebles hacia un punto discretamente luminoso.
  • Alicia M. Mareshas quoted4 months ago
    A través del vidrio, el pequeño vuelo de aquellos insectos estaba lleno de belleza. Eran moscas, la mayoría azules, y emanaban de los cuerpos como un espíritu metálico.
  • Alicia M. Mareshas quoted4 months ago
    Una florcita que se abría, un brote mínimo que nadie notaría, pero que estaba allí, con toda la contundencia de una vida nueva. Esas sí eran verdaderas piezas de origami, dobladas con tal delicadeza por una divinidad alta y perfecta que, aunque ella se esforzara, jamás podría imitar todos esos pliegues y bordes.
  • Alicia M. Mareshas quoted4 months ago
    Esa vez cultivaron soya. Y la soya a la larga los salvó. A la señora Keiko siempre le gustó pensar que el shinrei de su madre los había ayudado encarnándose en el espantapájaros que clavaron en medio del sembradío.
  • Belem EAhas quotedlast year
    Tiene quince, es cierto, pero ha escuchado que a su abuela Anna el pie le creció hasta que tuvo su primer hijo, a los dieciocho. Ella es muy parecida a la vieja Anna
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