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Joanna Walsh

  • Tegus El toro poético imaginariohas quoted4 months ago
    Desconozco ya el valor de cualquier cosa. Y si no me ves, no soy nada
  • Pablohas quoted2 months ago
    En tiempos tú también pensaste que la acumulación era un logro. Pero tus anaqueles no tienen estabilidad: los libros vienen y van con la frecuencia de las llamadas telefónicas o de las llamadas telefónicas que hoy en día ya no hacemos.
  • Pablohas quoted2 months ago
    Podría ocurrir algo que nunca se te ha pasado por la cabeza: al cabo de un puñado de años, el ser que ha leído todos esos libros desatendidos saldrá de tu biblioteca, se sentará a tu mesa (convenientemente situada junto a la biblioteca), se preparará una taza de café en la máquina, pues te ha visto hacerlo mil veces, especialmente cuando estás a punto de enfrentarte a un libro, y encenderá un cigarrillo, tan insustancial como el vapor, cuyo olor no impregnará ni las alfombras ni las cortinas. Será lo contrario de ti, tu reverso.
  • Pablohas quotedlast month
    Más allá de las rendijas que estos dejan, sólo habrá oscuridad. Sentirás que, si pudierais atravesar, juntos, podríais… bueno… atravesar el papel hasta las palabras y luego, desde las palabras hasta… hasta… lo que sea.
  • Pablohas quotedlast month
    Al principio procurarás entretenerlo, pero a tu yo lector, absorto en la lectura de algún mamotreto, le parecerás trivial.
  • Pablohas quotedlast month
    Tu yo lector no lee como tú, sino como un lector ideal. Poco lo distrae. Sujeta su libro en rústica entre el pulgar y el índice. Su gigantesca zarpa de protuberantes nudillos domina el volumen con una sola mano, despreocupadamente, como si fuera un cigarrillo, un cóctel
  • Pablohas quotedlast month
    Ambos os sentaréis ante esa catástrofe de librería para contemplar sus ruinas. Estaréis de acuerdo: de haber tenido siempre a mano el libro oportuno, ¡ay, qué lectura habríais hecho!
  • Pablohas quotedlast month
    Tenemos que hablar.
  • Pablohas quotedlast month
    Era más que una barrera lingüística. Los dos ha­blábamos como un libro y nos entendíamos, al menos eso es lo que yo pensaba, pero eras sólo tú quien de veras tenía don de palabra. A veces ponías tus palabras en mi boca para acto seguido quitármelas. Nunca te mordías la lengua, nunca hacías que algo fuera más fácil de digerir, y las palabras que salían de tu boca para describirme rara vez eran elogiosas. Dejaban un regusto amargo. En cuanto a las mías, las torcías y las desfigurabas hasta dejarme a la altura de ellas: una inútil para todo o para decir nada. Dejé de contestar, y así es como te gustaba. Me dijiste que preferías que tus novias fueran calladas. Te empollabas pequeños anuncios: ¡aumente sus facultades lingüísticas! El problema era que tú mismo desconocías tus propias facultades.
  • Pablohas quotedlast month
    Ahora no tenemos dichos, sólo hechos, pero nunca «una palabra de acción».
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