La exposición a noticias falsas es más intensa en los grupos más radicales, es decir, los más refractarios a ser convencidos, por lo que la desmentida no llega a cambiar la posición en el grupo en el que había circulado. Las iniciativas de medios que, además de corregir el error, intentan advertirlo a los que habían compartido la versión falaz, contrastan con el poco interés de los usuarios por la desmentida