En la actualidad se criba a cinco millones de personas al año en todo el mundo, aproximadamente, una fracción diminuta de la tasa de defunciones en la Era de la Mortalidad y ni de lejos lo suficiente para compensar el crecimiento demográfico. Me estremezco al pensar en cuántos segadores y cuántas cribas más serían necesarios para frenar en serio el aumento de la población.