María Parr

—Verás, Theíco, cuando estás triste porque echas de menos a alguien, significa que quieres mucho a esa persona. Y querer a alguien es lo más bonito que hay en el mundo. La gente a la que echamos de menos, la llevamos dentro de nosotros —me explicó, dándose un golpetazo en el pecho que retumbó por toda la habitación.

Te interesaría probar allí?
—¿En un equipo femenino? —dijo Lena, como si le hubieran propuesto jugar con camellos.
—Lena, tú también eres una chica —la atajó Ellisiv—. Si vas a seguir jugando al fútbol, antes o después tendrás que empezar a jugar en un equipo femenino

Así que mi hermanito había escogido la peor noche de tormenta de la que se tenía memoria. La noche en la que grandes árboles bloquearon la carretera impidiendo que llegaran ambulancias. La noche en la que no zarparon los ferris, en la que cayeron la red telefónica y la de emergencias y nadie pudo llamar a nadie

Pues si fuera yo, le pondría otro nombre —dijo Lena desde el otro lado de la mesa.
—¡Lena! —le espetó Ylva enfadada.
A veces creo que Lena se olvida de que no es hermana nuestra. Mi madre se rio por lo bajo en el sillón.
—¿Y tú qué nombre le pondrías?
Lena tragó su bocado y miró al abuelo.
—A mí me gusta más Inger

Lo más increíble no es, en realidad, que anoche tuviéramos una hermana —dijo Magnus cuando bajamos a ver el rompeolas—. Lo realmente histórico de este huracán es que Lena y tú estuvierais pidiendo aguinaldo. Es tan típico de vosotros…

Estamos levantando un equipo —dijo—. Tore está en la portería porque tiene un futuro como portero. No podemos ponerte a ti detrás solo para ser amables con las chicas.
Y entonces volvió a ocurrir. Lena se abalanzó sobre él.

Con aires de superioridad decía que Lena tenía un serio problema de temperamento —algo en lo que, hasta cierto punto, tenía razón— y que había que estar mal de la cabeza para andar por ahí atizando a la gente como hacía ella. Y para demostrar lo que decía, aprovechaba cualquier ocasión para tratar de enfadarla de nuevo

¡Me alegro de que Isak vaya a tener su propio hijo! Con lo que tú eres, no puede haberle resultado fácil tenerte a ti de rebote

día siguiente, me mantuve lejos de Birgitte en el colegio. Nunca podría volver a hablarle. Apestaba a pescado. Tommy del Muelle se tapó la nariz con una sonrisa cuando pasé a su lado

Está bien hacer comida con los animales que hay que sacrificar, eso es lo que me ha dicho siempre mi padre y eso mismo le dije yo a Birgitte. Ella, sin embargo, me miró como si viniera de otro sistema solar.
—¿Te parece mejor comer animales que no conoces? —le dije aturdido