Wow, mi experiencia de vida como lectora quedó transformada con este libro y la verdad no lo esperaba. Lo empecé a leer a prisa para un club de lectura y no llegué a la meta establecida, y en ese punto no me había conectado del todo con el libro; pero decidí continuar haciéndolo poco a poco, avanzando un 5% por día para leer con total consciencia y poder introyectar mejor lo que leía. Básicamente, a través de ese proceso y las palabras de María Luisa logré descifrar mi forma de leer y mis procesos para comprender y por eso, y hasta donde esté, le estoy profundamente agradecida.
Con respecto al tema, puedo decir que este ha sido mi diario favorito, en el diálogo que establece María Luisa consigo misma a través de su diálogo con Dolor como personaje ajeno y al mismo tiempo tan de ella. Por ese lado, creo que es una gran lectura para invitarnos a nosotros mismos a escribir, a explorarnos a través de las letras sin expectativas, tan sólo dejando salir aquello que guardamos en el fondo pero que muchas veces se hace más evidente cuando pasamos por procesos de enfermedad o de duelos. No me parece un libro triste ni desgarrador por completo, de hecho tiene algunas entradas bastante simpáticas, pero inevitablemente hay partes tristes, esa donde la autora en un cansancio enfrenta sus miedos y sus disgustos y también es inevitable sentir empatía por ella, ganas de abrazarla y decirle, en mi caso: "lamento todo lo que pasaste, pero también desde la dimensión que me encuentro, quisiera agradecerte todo lo que me has enseñado a través de tus letras, vivirás muchísimos años más por el impacto que dejarás en quien le lea, créeme".
Y pues nada, así termina mi opinión en modo muy fan de este libro. Mi recomendación es leerlo poco a poco y tener una libreta a un lado o algo para tomar notas, porque definitivamente, creo que esta lectura inspira muchas reflexiones con respecto a muchos temas.
Un libro que ayuda a ver el lado más compasivo del dolor. Pensé, de pronto, que sería difícil y hasta doloroso leerlo, pero la autora retrata una cotidianidad tan amable, a veces hasta tierna, que logra hacernos ver al dolor como lo que es: parte inevitable de vida, sin fatalismos ni victimización.
Me pareció preciso y reflexivo, de todas las formas en las que se muestra el dolor, nunca viene sola, te envuelve y pinta todo a su alrededor. Sin duda aceptar que te acompaña, ponerle nombre y descripciones, la forma que tiene para la autora es una medida sana para lidiar con el. Es un libro que si recomendaría y que si has experimentado algún tipo de dolor sabrás reconocerlo en cada pasaje del libro y en el que te haya acompañado a ti.
Es una lectura muy íntima en la que María Luisa Puga abre por completo su situación de vulnerabilidad ante el dolor de vivir con una enfermedad degenerativa. Es complejo porque plantea la existencia humana en sus límites con lo animal al vivirse en una condición que va atentando incluso contra la dignidad. También nos pone frente a la necesidad de cuidados y las carencias brutales de los sistemas de salud. Yo llegué a sentir su dolor. La forma en que escribe logra sensibilizar por completo.