Si bien el Protocolo de Alejandría firmado en octubre de 1944 —por el que Egipto, Irak, Siria, Líbano y Transjordania habían acordado originalmente crear la Liga— subrayaba la importancia de la «causa de los árabes de Palestina» a la vez que lamentaba «las desdichas que se han infligido a los judíos de Europa», lo cierto es que dichos Estados apenas eran independientes de sus antiguos amos coloniales.[133] Gran Bretaña en particular ejercía una poderosa influencia en la política exterior de todos ellos, y la hostilidad británica hacia cualquier iniciativa palestina independiente no había disminuido lo más mínimo. Eso implicaba que los palestinos no podían contar con ningún apoyo significativo por parte de aquellos débiles y dependientes regímenes árabes.