El papel más elevado del arte ha sido siempre llamar a los seres y las cosas, llamarles por su nombre, llamarles precisamente palabra por palabra en el mismo sentido en que se dice «cara a cara». Justeza de la palabra y de la imagen que estriba en recordarnos, en nombrar y volver de nuestra parte todas las cosas, «hasta los mismos animales» según las admirables palabras de Rimbaud.