san Pedro y san Pablo, en sus epístolas y en su conducta, enseñaron cómo debe vivirse en sociedad: hay que aceptar las leyes, prestar homenaje y obediencia a las autoridades, pagar los tributos y prestaciones debidas al fisco. Pero si el cristiano cumple lealmente tales obligaciones es razonable que exija respeto a sus derechos. San Pablo los reclamó con valentía, y en diversas ocasiones exigió que se le tratase como ciudadano romano, con todos los honores.