Nuestra humanidad tampoco es un producto originario y autónomo. También es la prolongación y la metamorfosis de una vida anterior. Para ser más precisos, es una invención que algunos primates —otra forma de vida— supieron extraer de su propio cuerpo —de su aliento, de su ADN, de su manera de vivir— para hacer existir de otra manera la vida que los habitaba y los animaba. Son ellas y ellos los que nos transmitieron esta forma —y los que a través de la forma humana continúan viviendo en nosotros—. Los primates mismos, de hecho, también son una experimentación, una apuesta lanzada por otras especies, por otras formas de vida. La evolución es una mascarada que se despliega en el tiempo y no en el espacio; que permite a cualquier especie, de era en era, portar una máscara